La ausencia de reglamentos y disposiciones de carácter obligatorio, es una de las cualidades más singulares de A.A. como grupo y como Comunidad de alcance mundial. No hay estatutos en los que se diga que un miembro debe asistir a un determinado número de reuniones, durante cierto periodo de tiempo.
Como es de suponer, la mayoría de los grupos tienen la tradición, no escrita, de que cualquiera que siga bebiendo y que por su comportamiento interrumpa el desarrollo de una reunión de A.A., deberá ausentarse de ella; la misma persona, sin embargo, será bienvenida en cualquier momento en que sus acciones no causen molestia. En realidad, los demás miembros del grupo harán cuanto puedan en ayudarle si es que sinceramente desea dejar de beber.
sábado, 8 de noviembre de 2014
¿CÓMO COMENZÓ A.A?
Alcohólicos Anónimos tuvo su comienzo en Akron en 1935, cuando un hombre de negocios de Nueva York, que había logrado permanecer sobrio por primera vez en varios años, buscó a otro alcohólico. Durante los pocos meses de su recién adquirida sobriedad, había observado que sus deseos de beber disminuían cuando trataba de ayudar a otros borrachos a permanecer sobrios. En Akron, le dieron la dirección de un médico de la localidad, que tenía problemas con la bebida. Trabajando juntos, el hombre de negocios y el médico, descubrieron que su capacidad para permanecer sobrios parecía estar muy relacionada con la ayuda y estímulo que pudieron darles a los demás alcohólicos.
Durante los primeros años, la nueva Comunidad se fue desarrollando muy lentamente. Carecía de nombre, de organización y material impreso que la describiera. Se establecieron grupos en: Akron, Nueva York, Cleveland, y en algunos otros lugares.
En 1939, con la publicación del libro Alcohólicos Anónimos, del cual la Comunidad derivó su nombre, y con la ayuda de amigos no alcohólicos,. A.A. comenzó a llamar la atención tanto en este país como en el extranjero.
Con el tiempo, se abrió en Nueva York una oficina de servicios que se encargó de contestar a las millares de cartas que llegaban cada año solicitando información y literatura.
¿POR QUÉ SE INTERESA A.A. POR LOS BEBEDORES PROBLEMA?
Los miembros de A.A. tienen un interés egoísta en brindarles ayuda a los demás alcohólicos que la necesiten aunque no han logrado su sobriedad. Primero, porque saben por experiencia propia que esa clase de actividades, generalmente denominadas de Paso 12, les ayuda a mantenerse sobrios. Sus vidas han adquirido un interés importante que los domina y probablemente les recuerda haciéndoles ver su experiencia de otros tiempos, que deben evitar el exceso de confianza que podría conducirlos a una recaída. Cualquiera que sea la explicación, los a.as que dedican su tiempo libre y esfuerzos a ayudar a otros alcohólicos, raras veces tienen dificultades para mantener su propia sobriedad.
La segunda razón es que los a.as desean vivamente ayudar a los bebedores problema porque el hacerlo así les de la oportunidad de pagar la deuda que contrajeron con quienes los ayudaron a ellos. Esa es la única forma práctica en que un individuo puede pagar su deuda con A.A. Todos los miembros saben que la sobriedad no puede comprarse ni alquilarse a largo plazo. Saben, sin embargo, que el nuevo modo de vivir sin alcohol es suyo con solo desearlo, si honradamente lo desean y si están dispuestos a compartirlo con quienes quieran seguirlo.
Tradicionalmente A.A. nunca recluta a sus miembros, nunca incita a nadie que se haga miembro y nunca solicita contribuciones de fuera.
La segunda razón es que los a.as desean vivamente ayudar a los bebedores problema porque el hacerlo así les de la oportunidad de pagar la deuda que contrajeron con quienes los ayudaron a ellos. Esa es la única forma práctica en que un individuo puede pagar su deuda con A.A. Todos los miembros saben que la sobriedad no puede comprarse ni alquilarse a largo plazo. Saben, sin embargo, que el nuevo modo de vivir sin alcohol es suyo con solo desearlo, si honradamente lo desean y si están dispuestos a compartirlo con quienes quieran seguirlo.
Tradicionalmente A.A. nunca recluta a sus miembros, nunca incita a nadie que se haga miembro y nunca solicita contribuciones de fuera.
¿SE HA DADO EL CASO DE QUE ALCOHÓLICOS QUE HAN DEJADO DE BEBER SE HAGAN MIEMBROS DE A.A.?
La mayoría de hombres y mujeres que se unen A.A. lo hacen cuando han llegado al límite más bajo de su experiencia como bebedores, pero no siempre es ese caso. Muchas personas se han hecho miembros mucho tiempo después de haber tomado el último trago. Un individuo, reconociendo que aún podía controlar el alcohol, había dejado ya de beber por seis o siete años cuando se hizo miembro. Su periodo de sobriedad, impuesta por el mismo, no había sido nada envidiable. Gradualmente, aumentaba su tensión nerviosa y se enojaba hasta por los problemas más sencillos de su vida cotidiana. Ya estaba resuelto a volver a experimentar con la bebida, cuando un amigo le aconsejó que se informase sobre A.A. Desde entonces ha sido miembro durante varios años y dice que no hay comparación entre la agradable sobriedad de hoy día a su lastimosa sobriedad del pasado.
Otros informan que han tenido experiencias semejantes. Aunque saben que les es posible permanecer sobrios con aspectos lúgubres durante largos periodos de tiempo, dicen que les es mucho más fácil gozar de su sobriedad y fortaleza cuando se encuentran con otros alcohólicos y trabajan con ellos en A.A. igual que la mayoría de los seres humanos, ven que no hay razón para hacer las cosa de manera más difícil. Si se les pone a escoger entre la sobriedad fuera o dentro de la Comunidad, se quedan intencionadamente en A.A.
Otros informan que han tenido experiencias semejantes. Aunque saben que les es posible permanecer sobrios con aspectos lúgubres durante largos periodos de tiempo, dicen que les es mucho más fácil gozar de su sobriedad y fortaleza cuando se encuentran con otros alcohólicos y trabajan con ellos en A.A. igual que la mayoría de los seres humanos, ven que no hay razón para hacer las cosa de manera más difícil. Si se les pone a escoger entre la sobriedad fuera o dentro de la Comunidad, se quedan intencionadamente en A.A.
¿PUEDE A.A. SERVIR A LA PERSONA QUE HA TOCADO FONDO?
La experiencia ha demostrado que el hacerse miembro de A.A. da buenos resultados a casi todos los que realmente desean dejar el alcohol, sin que para nada importen sus antecedentes económicos o sociales. La Comunidad hoy en día incluye entre sus miembros a muchos desheredados de la suerte, a muchos que fueron inquilinos de las cárceles o de otras instituciones públicas.
El individuo sin hogar y sin dinero no queda en situación de desventaja al hacerse miembro de A.A. Su problema básico, aquello que le hace imposible llevar una vida normal, es idéntico al problema central de todos los demás miembros de A.A. Lo que vale cualquiera de los miembros no se juzga por la ropa que vista, por su modo de hablar ni por la cantidad de dinero que tenga en el banco. Lo único que cuenta es que el recién llegado desee sinceramente dejar de beber. En ese caso, se le dará la bienvenida. Lo más seguro es que se sorprenda cuando los demás miembros del grupo empiecen a contar sus historias y aventuras, y descubra que la mayoría han pasado por experiencias aún peores que las suyas.
El individuo sin hogar y sin dinero no queda en situación de desventaja al hacerse miembro de A.A. Su problema básico, aquello que le hace imposible llevar una vida normal, es idéntico al problema central de todos los demás miembros de A.A. Lo que vale cualquiera de los miembros no se juzga por la ropa que vista, por su modo de hablar ni por la cantidad de dinero que tenga en el banco. Lo único que cuenta es que el recién llegado desee sinceramente dejar de beber. En ese caso, se le dará la bienvenida. Lo más seguro es que se sorprenda cuando los demás miembros del grupo empiecen a contar sus historias y aventuras, y descubra que la mayoría han pasado por experiencias aún peores que las suyas.
¿SI ME HAGO MIEMBRO DE A.A.NO LO SABRÁ ENSEGUIDA TODO EL MUNDO?
El anonimato es y ha sido siempre la base del programa de A.A. Después de ser miembros durante un tiempo, la mayoría de los a.as, no tienen inconveniente en que se sepa que se han unido a la Comunidad que les ayuda a permanecer sobrios. Tradicionalmente los a.as nunca revelan su pertenencia a la Comunidad a través de la radio, la prensa o cualquier medio de comunicación . Nadie en A.A, tiene derecho a revelar la identidad de ninguno de los otros miembros.
Eso quiere decir que los recién llegados pueden tener la seguridad de que sus nuevos compañeros no divulgarán lo que sepan en relación con sus problemas como bebedores. Los miembros antiguos del grupo comprenden lo que sienten los recién llegados y recuerdan sus propias dudas y el temor que sentían de ser identificados en público, con la aterradora palabra de "Alcohólico".
Una vez que se ha hecho miembro de A.A., el recién llegado puede pensar que el público, pudiera informarse de que ha dejado de beber. Cuando uno es un bebedor, las noticias de sus aventuras se saben muy rápido, y la mayoría de los alcohólicos ya han conseguido la fama de ser unos borrachos incurables. Antes de unirse a A.A. el hecho de que sean bebedores, con muy raras excepciones, no es un secreto muy guardado y, en circunstancias, lo raro sería que la buena noticia de que un borracho deje de beber, pasa inadvertida. Cualquiera que sean las circunstancias, nadie más que el propio interesado, o sea el recién llegado a A.A. tiene el derecho de hacer declaraciones al respecto, y solo cuando de ninguna manera pueda perjudicar a la Comunidad.
Eso quiere decir que los recién llegados pueden tener la seguridad de que sus nuevos compañeros no divulgarán lo que sepan en relación con sus problemas como bebedores. Los miembros antiguos del grupo comprenden lo que sienten los recién llegados y recuerdan sus propias dudas y el temor que sentían de ser identificados en público, con la aterradora palabra de "Alcohólico".
Una vez que se ha hecho miembro de A.A., el recién llegado puede pensar que el público, pudiera informarse de que ha dejado de beber. Cuando uno es un bebedor, las noticias de sus aventuras se saben muy rápido, y la mayoría de los alcohólicos ya han conseguido la fama de ser unos borrachos incurables. Antes de unirse a A.A. el hecho de que sean bebedores, con muy raras excepciones, no es un secreto muy guardado y, en circunstancias, lo raro sería que la buena noticia de que un borracho deje de beber, pasa inadvertida. Cualquiera que sean las circunstancias, nadie más que el propio interesado, o sea el recién llegado a A.A. tiene el derecho de hacer declaraciones al respecto, y solo cuando de ninguna manera pueda perjudicar a la Comunidad.
¿PUEDE UNA PERSONA POR SI SOLA RECUPERAR LA SOBRIEDAD LEYENDO LITERATURA DE A.A.?
Unas cuantas personas han dejado de beber después de leer el libro grande de A.A. que enuncia los principios básicos del programa de recuperación del alcoholismo. Pero casi todos los que lo han conseguido hacerlo, han intentado buscar, lo más pronto posible, a otro alcohólico, para compartir con ellos su experiencia y su sobriedad.
El programa de A.A. obtiene mejores resultados cuando el individuo lo reconoce y acepta como programa que incluye a otras personas. Cuando trabaja con otros alcohólicos de su grupo base, el bebedor problema adquiere, al parecer, apoyo y simpatía. Se encuentra rodeado por otros que comparten sus experiencias del pasado, sus problemas del presente y sus esperanzas para el porvenir. Deja de lado la sensación de soledad que quizás fuera uno de los factores importantes que lo llevaban a beber.
El programa de A.A. obtiene mejores resultados cuando el individuo lo reconoce y acepta como programa que incluye a otras personas. Cuando trabaja con otros alcohólicos de su grupo base, el bebedor problema adquiere, al parecer, apoyo y simpatía. Se encuentra rodeado por otros que comparten sus experiencias del pasado, sus problemas del presente y sus esperanzas para el porvenir. Deja de lado la sensación de soledad que quizás fuera uno de los factores importantes que lo llevaban a beber.
jueves, 6 de noviembre de 2014
¿CÓMO PUEDO SABER SI NECESITO DE A.A?
La mayoría de los a.as dicen que todo está en como se bebe y no en la frecuencia en que se bebe. Muchos bebedores pueden pasar semanas, meses y hasta años entre una y otra borrachera. Durante sus periodos de sobriedad puede que hasta ni siquiera piensen en el alcohol. Sin hacer gran esfuerzo mental y emocional, pueden tomar o no tomar, y prefieren no tocar el alcohol.
Luego, por alguna razón inexplicable, o incluso sin ninguna razón, se entregan a una borrachera prolongada. Dejan de lado a su trabajo, olvidan a la familia y demás deberes cívicos y sociales. La borrachera puede durar una noche o prolongarse durante día o semanas. Cuando pasa, la víctima se siente débil, llena de remordimientos; resuelta a no dejar que vuelva a suceder semejante cosa. Pero es seguro que volverá a ocurrir.
Este tipo de borracho, que pudiéramos de calificar de periódico, sorprende no solo a quienes lo rodean sino que se sorprende así mismo. No puede comprender que no interesándole tan poco el licor durante largos periodos de tiempo, llega un momento en que basta con que empiece a beber para que pierda todo el dominio sobre si mismo.
El bebedor periódico puede ser o no alcohólico. Si comienza a beber sin parar y si los periodos de sobriedad entre una y otra borrachera van volviéndose progresivamente más cortos, lo mas probable es que llegue el momento en que tenga que aceptar que se encuentra ante un gran problema. Si está listo para decidir que es un alcohólico, ha dado el primer paso hacia una sobriedad progresivamente constructiva de la que disfrutan miles de a.as
Luego, por alguna razón inexplicable, o incluso sin ninguna razón, se entregan a una borrachera prolongada. Dejan de lado a su trabajo, olvidan a la familia y demás deberes cívicos y sociales. La borrachera puede durar una noche o prolongarse durante día o semanas. Cuando pasa, la víctima se siente débil, llena de remordimientos; resuelta a no dejar que vuelva a suceder semejante cosa. Pero es seguro que volverá a ocurrir.
Este tipo de borracho, que pudiéramos de calificar de periódico, sorprende no solo a quienes lo rodean sino que se sorprende así mismo. No puede comprender que no interesándole tan poco el licor durante largos periodos de tiempo, llega un momento en que basta con que empiece a beber para que pierda todo el dominio sobre si mismo.
El bebedor periódico puede ser o no alcohólico. Si comienza a beber sin parar y si los periodos de sobriedad entre una y otra borrachera van volviéndose progresivamente más cortos, lo mas probable es que llegue el momento en que tenga que aceptar que se encuentra ante un gran problema. Si está listo para decidir que es un alcohólico, ha dado el primer paso hacia una sobriedad progresivamente constructiva de la que disfrutan miles de a.as
¿NO PUEDE UN MIEMBRO DE A.A. BEBER SIQUIERA CERVEZA?
Normalmente, en A.A. no existen preceptos de carácter obligatorios y nadie vigila a nadie para cerciorarse de si está bebiendo o no. La respuesta a esta pregunta es que si un individuo es alcohólico no puede arriesgarse a tomar alcohol en forma alguna. El alcohol no deja de ser alcohol, aunque esté en forma de martini, un whisky con soda, un brandy con agua, una copa de champán o un vaso de cerveza. Para un alcohólico, una bebida alcohólica, en cualquier forma, puede ser demasiado, y veinte tragos no puedan ser suficientes.
Para asegurar su sobriedad, el alcohólico debe abstenerse totalmente del alcohol, sin que para nada importe la cantidad y sin que influya la mezcla o el grado de concentración que se crea capaz de soportar.
Claro que son muy pocos los que puedan emborracharse con solo una o dos botellas de cerveza. El alcohólico lo sabe tan bien como otro cualquiera. Puede hasta convencerse de que solo va a tomar dos tragos durante todo el día. En algunas ocasiones puede llevar ese programa durante días y semanas. Pero, normalmente, llega a la decisión de que ya está bebiendo más vale hacer las cosas bien hechas, y va aumentando la cantidad de vino o cerveza, o se pasa a un licor más fuerte y, antes de darse cuenta, vuelve a estar donde había empezado.
Para asegurar su sobriedad, el alcohólico debe abstenerse totalmente del alcohol, sin que para nada importe la cantidad y sin que influya la mezcla o el grado de concentración que se crea capaz de soportar.
Claro que son muy pocos los que puedan emborracharse con solo una o dos botellas de cerveza. El alcohólico lo sabe tan bien como otro cualquiera. Puede hasta convencerse de que solo va a tomar dos tragos durante todo el día. En algunas ocasiones puede llevar ese programa durante días y semanas. Pero, normalmente, llega a la decisión de que ya está bebiendo más vale hacer las cosas bien hechas, y va aumentando la cantidad de vino o cerveza, o se pasa a un licor más fuerte y, antes de darse cuenta, vuelve a estar donde había empezado.
¿PUEDE UN ALCOHÓLICO VOLVER A BEBER NORMALMENTE?
Hasta donde se ha podido determinar, ningún alcohólico ha podido dejarlo solo. El solo hecho de haberse abstenido del alcohol durante varios o meses o años, nunca ha sido suficiente para que un alcohólico pueda beber normalmente. Una vez que se ha traspasado la frontera entre beber mucho y beber sin control , no se puede volver atrás. Pocos son los alcohólicos, que beben adrede hasta llegar a encontrarse en apuros, pero los apuros y molestias suelen ser la consecuencia inevitable que les espera a los alcohólicos. Después de abstenerse durante un tiempo, puede pensar que no corre peligro experimentado con unas cervezas o con unos pocos vasos de vino suaves. Puede engañarse con la idea de que si solo bebe un poco en las comidas, evitará meterse en problemas. Pero no tardará en volver a verse en las garras del alcohol, aunque con toda sinceridad desee limitarse a beber con moderación y en reuniones sociales.
La respuesta, basada en la experiencia de A.A. es que quien sea alcohólico nunca será capaz de controlar el alcohol durante un tiempo apreciable. Eso deja abiertos dos caminos: dejar que la enfermedad siga empeorando progresivamente, con todas sus terribles consecuencias, o abstenerse totalmente del alcohol y desarrollar una nueva forma de vivir mas constructiva.
La respuesta, basada en la experiencia de A.A. es que quien sea alcohólico nunca será capaz de controlar el alcohol durante un tiempo apreciable. Eso deja abiertos dos caminos: dejar que la enfermedad siga empeorando progresivamente, con todas sus terribles consecuencias, o abstenerse totalmente del alcohol y desarrollar una nueva forma de vivir mas constructiva.
martes, 4 de noviembre de 2014
¿DONDE ENCONTRARNOS?
Web: http://alcoholicosanonimos-grupopv.com/
Bolgger: http://alcoholicosanonimos-pvgrupo-donostia.blogspot.com.es/
Dirección: Calle San Bartolomé 30- 1º A C.P 20007 San Sebastián (Donostia-Guipuzcoa)
Teléfono fijo: 943 45 48 47
Teléfono móvil: 639 990 832
Reuniones: LUNES. (REUNIONES ABIERTAS) 20:00 a 21:30
MARTES. (REUNIÓN CERRADA) 20:00 a 21:30
JUEVES. (REUNIÓN CERRADA) 20:00 a 21:30
VIERNES. (REUNIONES QUINCENALES) 20:00 a 21:30
Bolgger: http://alcoholicosanonimos-pvgrupo-donostia.blogspot.com.es/
Dirección: Calle San Bartolomé 30- 1º A C.P 20007 San Sebastián (Donostia-Guipuzcoa)
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MARTES. (REUNIÓN CERRADA) 20:00 a 21:30
JUEVES. (REUNIÓN CERRADA) 20:00 a 21:30
VIERNES. (REUNIONES QUINCENALES) 20:00 a 21:30
UNA NUEVA DIMENSIÓN
Hubo una época en que muchos de nosotros creíamos que el alcohol era lo único que podía hacernos la vida tolerable, y ni si quiera podíamos imaginar como sería la vida sin alcohol. Hoy en día, en una forma extraña y milagrosa, no sentimos en absoluto que nos hubiera privado de algo. Sentimos, por el contrario, que una nueva dimensión ha sido agregada a nuestras vidas. Tenemos nuevos amigos, nuevos horizontes y nuevas actitudes. Después de años de desesperación y frustración muchos de nosotros sentimos que hemos empezado a vivir por primera vez. Nos ayuda compartir nuestra vida con cualquiera que aún esté sufriendo de alcoholismo, como una vez sufrimos nosotros, y que esté buscando un camino desde la oscuridad hacia la luz.
Se le ha llamado al alcoholismo el problema de la salud Nº 4. Se calcula que millones de hombres y mujeres continúan sufriendo, tal vez innecesariamente, debido a esta enfermedad progresiva. Como miles de a.as., nos alegramos de la oportunidad que se nos presente de compartir nuestras experiencias con cualquiera que busque ayuda. Nos damos cuenta de que nada de lo que podemos decir tendrá significado y efecto hasta que el alcohólico mismo esté dispuesto a admitir, como una vez lo hicimos nosotros, que el alcohol lo ha derrotado y que necesita y quiera ser ayudado.
Se le ha llamado al alcoholismo el problema de la salud Nº 4. Se calcula que millones de hombres y mujeres continúan sufriendo, tal vez innecesariamente, debido a esta enfermedad progresiva. Como miles de a.as., nos alegramos de la oportunidad que se nos presente de compartir nuestras experiencias con cualquiera que busque ayuda. Nos damos cuenta de que nada de lo que podemos decir tendrá significado y efecto hasta que el alcohólico mismo esté dispuesto a admitir, como una vez lo hicimos nosotros, que el alcohol lo ha derrotado y que necesita y quiera ser ayudado.
lunes, 3 de noviembre de 2014
¿AYUDA A TODOS EL PROGRAMA DE A.A.?
El programa de A.A. para la recuperación de alcohólicos, puede dar resultados a todas las personas que tengan un sincero deseo de dejar la bebida. Esencialmente no da resultados a aquellos que se sienten presionados en ir hacia A.A. por amigos, parientes, médicos u otras personas, no importa lo buen intencionada que sea esta intención. El alcohólico mismo tiene que hacer frente a su propio problema honestamente. hemos visto a muchos alcohólicos tropezar por un tiempo antes de engranar con el Programa. Hemos visto a otros enfocar con poco entusiasmo los principios probados con los cuales miles de nosotros mantenemos nuestra sobriedad. Cuando se aplica sin verdadero entusiasmo por lo general no da éxito.
No importa a lo que alcohólico pueda haber llegado, o lo alto en que el, o ella, pueda estar en la escala social o económica; nos consta que por nuestras experiencias y observaciones que A.A. ofrece una solución razonable para escapar de la prisión que representa el beber de forma compulsiva y llena de confusiones. A la mayoría de nosotros nos ha resultado fácil dejar de beber con la ayuda de A.A.
Cuando recurrimos A.A. muchos de nosotros teníamos una serie de terribles problemas. Problemas de dinero, familiares, de trabajo y de nuestras propias personalidades. Pronto descubrimos que nuestro problema central e inmediato era el alcohol. Una vez que pudimos controlar este problema central alcohólico estuvimos en condiciones de encarar con posibilidades de éxito nuestros otros problemas. La solución de nuestras dificultades no ha sido siempre sencilla pero hemos logrado vencerlas con mucha más facilidad permaneciendo sobrios que bebiendo.
No importa a lo que alcohólico pueda haber llegado, o lo alto en que el, o ella, pueda estar en la escala social o económica; nos consta que por nuestras experiencias y observaciones que A.A. ofrece una solución razonable para escapar de la prisión que representa el beber de forma compulsiva y llena de confusiones. A la mayoría de nosotros nos ha resultado fácil dejar de beber con la ayuda de A.A.
Cuando recurrimos A.A. muchos de nosotros teníamos una serie de terribles problemas. Problemas de dinero, familiares, de trabajo y de nuestras propias personalidades. Pronto descubrimos que nuestro problema central e inmediato era el alcohol. Una vez que pudimos controlar este problema central alcohólico estuvimos en condiciones de encarar con posibilidades de éxito nuestros otros problemas. La solución de nuestras dificultades no ha sido siempre sencilla pero hemos logrado vencerlas con mucha más facilidad permaneciendo sobrios que bebiendo.
DOCE PASOS
Apenas nos incorporamos A.A. oímos hablar de los doce pasos sugeridos para la recuperación de los alcohólicos. Aprendimos que estos pasos representan una tentativa de parte de los primeros miembros de A.A. para dejar constancia de su propio progreso desde el beber incontrolado hasta su propia sobriedad. Descubrimos que el factor principal de este progreso parecía ser la humildad, juntamente con la confianza en un poder más grande que el alcohólico mismo. Mientras que algunos prefieren llamar a este Poder superior Dios, se nos dijo que este es simplemente un asunto de interpretación personal, es decir, que podemos imaginar a este Poder superior de la manera que más razonable nos parezca. Puesto que el alcohol había sido indudablemente un Poder superior a nosotros durante nuestra época de bebedores, no tuvimos inconveniente en admitir que no podíamos actuar solos sin el alcohol, y nos parecía lógico buscar ayuda. A medida que hemos progresado en A.A. nuestro concepto del Poder Superior se ha madurado. Pero siempre ha sido nuestro concepto personal. Nadie nos lo ha impuesto. Finalmente notamos que los Doce Pasos sugeridos y de la experiencia de miembros más antiguos se desprendía que el trabajo con otros alcohólicos que acudían a A.A. en busca de ayuda era un medio efectivo de fortalecer nuestra sobriedad. Siempre que nos fue posible tratamos de hacer nuestra parte, teniendo presente en todo momento que la otra persona era la única que podía determinar en forma segura si el, o ella, era alcohólico.
Nos dejamos guiar también por la experiencia de los miembros de A.A. que han dado un nuevo significado a tres viejos refranes: Haz primero lo primero, es uno de esos refranes que nos recuerda que a pesar de nuestros ardientes deseos no podemos hacer todo a la vez, y que debemos recordar siempre que si hemos de rehacer nuestras vidas, lo más importante es la sobriedad para poder lograrlo.
Poco a poco se va lejos, es otro viejo refrán con un nuevo significado para los alcohólicos que frecuentemente se sienten tentados de hacer más de lo que su capacidad les permite hacer, aún cuando van detrás de objetivos dignos.
Vivir y dejar vivir, es un tercer refrán llave de la filosofía de A.A. un constante recordatorio de que el alcohólico, no importa cuanto tiempo se haya mantenido sobrio, no puede permitirse el lujo de enfadarse por cosas sin importancia.
La literatura de A.A. es también de gran ayuda para la mayoría de nosotros en nuestros esfuerzos en conservar la sobriedad. Poco después de ingresar rn A.A. casi todos tuvimos la oportunidad de leer Alcohólicos Anónimos, el libro básico de nuestra Comunidad, en el cual los primeros miembros escribieron sus historias y los principios que a su juicio les habían ayudado a recuperarse. Muchos miembros que han estado sobrios por años continúan consultando este libro y también un segundo libro: Los Doce Pasos y las Doce Tradiciones, en busca de comprensión e inspiración. La Comunidad de A.A en España, también publicó una revista "AKRON 1935" y folletos especiales que tratan fases particulares del alcoholismo y de A.A., y que han sido aprobados por la Conferencia de Servicios Generales.
Dado que A.A. es esencialmente un sistema de vida, pocos de nosotros hemos sido capaces de descubrir con exactitud cómo los varios elementos en el Programa de recuperación ha contribuido a nuestra sobriedad actual. Todos no interpretamos ni vivimos el Programa de A.A. en la misma forma. Podemos dar fe, sin embargo, que A.A. nos da resultados positivos mientras que otras muchas tentativas que hicimos para lograr la sobriedad fracasaron. Muchos miembros que se han mantenido sobrios por años, dicen que simplemente aceptaron el Programa por fe, y no saben todavía explicar como A.A. trabaja por ellos. Mientras tanto, siguen tratando de pasar su fe a otros que comprenden muy bien el modo desastroso en que el alcohol trabaja en contra del alcohólico.
Nos dejamos guiar también por la experiencia de los miembros de A.A. que han dado un nuevo significado a tres viejos refranes: Haz primero lo primero, es uno de esos refranes que nos recuerda que a pesar de nuestros ardientes deseos no podemos hacer todo a la vez, y que debemos recordar siempre que si hemos de rehacer nuestras vidas, lo más importante es la sobriedad para poder lograrlo.
Poco a poco se va lejos, es otro viejo refrán con un nuevo significado para los alcohólicos que frecuentemente se sienten tentados de hacer más de lo que su capacidad les permite hacer, aún cuando van detrás de objetivos dignos.
Vivir y dejar vivir, es un tercer refrán llave de la filosofía de A.A. un constante recordatorio de que el alcohólico, no importa cuanto tiempo se haya mantenido sobrio, no puede permitirse el lujo de enfadarse por cosas sin importancia.
La literatura de A.A. es también de gran ayuda para la mayoría de nosotros en nuestros esfuerzos en conservar la sobriedad. Poco después de ingresar rn A.A. casi todos tuvimos la oportunidad de leer Alcohólicos Anónimos, el libro básico de nuestra Comunidad, en el cual los primeros miembros escribieron sus historias y los principios que a su juicio les habían ayudado a recuperarse. Muchos miembros que han estado sobrios por años continúan consultando este libro y también un segundo libro: Los Doce Pasos y las Doce Tradiciones, en busca de comprensión e inspiración. La Comunidad de A.A en España, también publicó una revista "AKRON 1935" y folletos especiales que tratan fases particulares del alcoholismo y de A.A., y que han sido aprobados por la Conferencia de Servicios Generales.
Dado que A.A. es esencialmente un sistema de vida, pocos de nosotros hemos sido capaces de descubrir con exactitud cómo los varios elementos en el Programa de recuperación ha contribuido a nuestra sobriedad actual. Todos no interpretamos ni vivimos el Programa de A.A. en la misma forma. Podemos dar fe, sin embargo, que A.A. nos da resultados positivos mientras que otras muchas tentativas que hicimos para lograr la sobriedad fracasaron. Muchos miembros que se han mantenido sobrios por años, dicen que simplemente aceptaron el Programa por fe, y no saben todavía explicar como A.A. trabaja por ellos. Mientras tanto, siguen tratando de pasar su fe a otros que comprenden muy bien el modo desastroso en que el alcohol trabaja en contra del alcohólico.
EL PROGRAMA DE LAS 24 HORAS.
Por ejemplo, no hacemos promesas. No decimos que nos abstendremos del alcohol para siempre. En vez de eso tratamos de seguir lo que llamamos el Programa de las 24 horas. Nos concentramos en mantenernos sobrios durante las 24 horas presentes. Tratamos simplemente de vivir " un día a la vez sin beber". Si sentimos en deseo de beber no cedemos ni luchamos contra ese deseo. Simplemente dejamos ese trago para mañana. Tratamos de mantener nuestra forma de pensar honesta y realista en lo que se refiere al alcohol. Si nos sentimos tentados de beber, y la tentación generalmente desaparece después del primer periodo de transición en A.A nos preguntamos a nosotros mismos si ese trago que estamos pensando tomar vale la pena, teniendo presente todas las consecuencias que hemos experimentado en el pasado debido a la bebida. Tenemos siempre presente que estamos en absoluta libertad de emborracharnos si deseamos hacerlo; que la elección entre beber y no beber es solo nuestra. Y lo más importante de todo, tratamos de aceptar el hecho de que no importa cuanto tiempo nos hayamos mantenido sobrios, siempre seremos alcohólicos, y los alcohólicos, por lo que sabemos, no pueden beber normal o socialmente. Seguimos la experiencia de los viejos que han tenido éxito, en el sentido de asistir a las reuniones regularmente de nuestro grupo de A.A. no hay ninguna regla que haga obligatoria la asistencia. Ni tampoco podremos explicar interpretaciones de otros miembros. Casi todos nosotros, sin embargo, sentimos que la asistencia a las reuniones y otros contactos sociales con los compañeros de A.A. son factores importantes en el mantenimiento de nuestra propia sobriedad.
TOMAMOS UNA DECISIÓN.
Los que estamos actualmente en A.A. tuvimos que tomar una decisión capital antes de sentirnos seguros en el nuevo programa de vida sin alcohol. Hemos tenido que afrontar los hechos sobre nosotros mismos y nuestra modalidad de beber en forma realista y honesta. Tuvimos que admitir que éramos impotentes ante el alcohol. Para algunos de nosotros esta fue la decisión más dura que debimos de afrontar. No sabíamos gran cosa del alcoholismo. Teníamos nuestras ideas preconcebidas sobre la palabra alcohólico a la que asociábamos con los borrachos perdidos. O pensábamos que significaba degradación en alguna otra forma. Algunos de nosotros nos resistíamos a la idea de admitir que éramos alcohólicos. Otros nos aferramos a ciertas reservas mentales.
Sin embargo, sentíamos alivio cuando se nos explicó que el alcoholismos es una enfermedad. Comprendimos que era de sentido común el hacer algo contra una enfermedad que amenazaba en destruirnos. Dejamos de tratar de engañar a otros y a nosotros mismos al pensar que podíamos controlar el alcohol cuando toda la evidencia indicaba lo contrario.
Se nos dijo bien claro desde el principio, que solo nosotros mismos podíamos determinar si éramos o no alcohólicos. La admisión debe ser sincera y basada en nuestro propio juicio y no en la opinión de un médico, el esposo o la esposa, o el director espiritual. Nuestros amigos podrán ayudarnos a interpretar la naturaleza de nuestros problemas, pero nosotros somos los únicos que podemos determinar si el alcohol se ha convertido en algo incontrolable en nuestro caso.
Francamente preguntarnos: ¿Cómo podemos saber si somos realmente alcohólicos?. Se nos dijo que no existían reglas fijas y rígidas para diagnosticar el alcoholismo. Aprendimos sin embargo, que había ciertos síntomas reveladores. Por ejemplo: si nos emborrachábamos cuando teníamos motivos suficientemente poderosos para mantenernos sobrios; si nuestra modalidad de beber había empeorado progresivamente; si no disfrutábamos tanto de la bebida como antes. Esto, aprendimos eran generalmente síntomas de la enfermedad llamada alcoholismo.
Revisando nuestras experiencias de alcohólicos y sus consecuencias, la mayoría de nosotros llegamos a descubrir la evidencia real de nuestros alcoholismo.
Naturalmente, la posibilidad de vivir sin alcohol parecía ser aburrida y desagradable. Temimos que nuestros nuevos amigos de A.A. fueran fastidiosos y tontos; o peor aún, exuberantes evangelistas. Descubrimos, sin embargo, que eran seres humanos como nosotros, con la virtud especial de entender nuestro problema en vez de condenarnos, como otros no alcohólicos lo habían hecho en el pasado. Empezamos a preguntar qué tendríamos que hacer para mantenernos sobrios, cuanto nos costaría ser miembros de A.A. y quién dirigía la sociedad, local y a nivel mundial
Pronto descubrimos que en A.A.no hay ningún "tienes que hacer esto", que a nadie se le pide que siga ningún rito formal o sistema de vida. También aprendimos en A.A. no cobra cuotas ni honorarios de ninguna clase. Los gastos para el mantenimiento del grupo, literatura, alquiler, refrescos, etc, son pagados con el dinero que se recolecta en las reuniones, pero aún esta forma de contribución no es obligatoria, ni condición esencial para pertenecer a A.A. Pronto se hizo aparente que A.A. no tiene una organización formal y que no hay jefes que gobiernan. Los arreglos sobre reuniones y otros trabajos que son esenciales para mantener a los grupos activos, son hechos por comités de personas que se turnan en forma rotativa y que actúan como servidores, no como líderes.
Sin embargo, sentíamos alivio cuando se nos explicó que el alcoholismos es una enfermedad. Comprendimos que era de sentido común el hacer algo contra una enfermedad que amenazaba en destruirnos. Dejamos de tratar de engañar a otros y a nosotros mismos al pensar que podíamos controlar el alcohol cuando toda la evidencia indicaba lo contrario.
Se nos dijo bien claro desde el principio, que solo nosotros mismos podíamos determinar si éramos o no alcohólicos. La admisión debe ser sincera y basada en nuestro propio juicio y no en la opinión de un médico, el esposo o la esposa, o el director espiritual. Nuestros amigos podrán ayudarnos a interpretar la naturaleza de nuestros problemas, pero nosotros somos los únicos que podemos determinar si el alcohol se ha convertido en algo incontrolable en nuestro caso.
Francamente preguntarnos: ¿Cómo podemos saber si somos realmente alcohólicos?. Se nos dijo que no existían reglas fijas y rígidas para diagnosticar el alcoholismo. Aprendimos sin embargo, que había ciertos síntomas reveladores. Por ejemplo: si nos emborrachábamos cuando teníamos motivos suficientemente poderosos para mantenernos sobrios; si nuestra modalidad de beber había empeorado progresivamente; si no disfrutábamos tanto de la bebida como antes. Esto, aprendimos eran generalmente síntomas de la enfermedad llamada alcoholismo.
Revisando nuestras experiencias de alcohólicos y sus consecuencias, la mayoría de nosotros llegamos a descubrir la evidencia real de nuestros alcoholismo.
Naturalmente, la posibilidad de vivir sin alcohol parecía ser aburrida y desagradable. Temimos que nuestros nuevos amigos de A.A. fueran fastidiosos y tontos; o peor aún, exuberantes evangelistas. Descubrimos, sin embargo, que eran seres humanos como nosotros, con la virtud especial de entender nuestro problema en vez de condenarnos, como otros no alcohólicos lo habían hecho en el pasado. Empezamos a preguntar qué tendríamos que hacer para mantenernos sobrios, cuanto nos costaría ser miembros de A.A. y quién dirigía la sociedad, local y a nivel mundial
Pronto descubrimos que en A.A.no hay ningún "tienes que hacer esto", que a nadie se le pide que siga ningún rito formal o sistema de vida. También aprendimos en A.A. no cobra cuotas ni honorarios de ninguna clase. Los gastos para el mantenimiento del grupo, literatura, alquiler, refrescos, etc, son pagados con el dinero que se recolecta en las reuniones, pero aún esta forma de contribución no es obligatoria, ni condición esencial para pertenecer a A.A. Pronto se hizo aparente que A.A. no tiene una organización formal y que no hay jefes que gobiernan. Los arreglos sobre reuniones y otros trabajos que son esenciales para mantener a los grupos activos, son hechos por comités de personas que se turnan en forma rotativa y que actúan como servidores, no como líderes.
EL ALCOHOLISMO UNA ENFERMEDAD.
Hoy estamos dispuestos a aceptar la realidad, y por lo que a nosotros se refiere el alcoholismo es una enfermedad, una enfermedad progresiva que nunca llega a curarse, pero que como otras enfermedades puede ser detenida. Estamos conformes en que no hay nada vergonzoso en el hecho de estar enfermos siempre que encaremos el problema honestamente y estemos dispuestos a hacer algo para solucionarlo. Estamos dispuestos a admitir que somos alérgicos al alcohol, y que es de sentido común el mantenernos alejados de la fuente de nuestra alergia.
Comprendemos ahora que una vez que una persona ha cruzado la línea invisible que separa al bebedor excesivo del bebedor alcohólico compulsivo, siempre seguirá siendo un alcohólico. Por lo que sabemos, nunca habrá una vuelta al beber normal o social. Una vez que llega a ser alcohólico se sigue siendo siempre alcohólico, y es este un hecho con el que tenemos acostumbrarnos a vivir. Hemos aprendido también que hay muy pocas alternativas para el alcohólico. Si continua bebiendo, su problema se volverá progresivamente peor, llegará con seguridad a ser lo que se llama un perdido, irá a parar a hospitales, cárceles u otras instituciones, o bien hacia una temprana muerte. La única alternativa es el dejar de beber por completo. Abstenerse aún de la más pequeña cantidad de alcohol en cualquier forma que sea. Si está dispuesto a seguir este camino y aprovechar la ayuda que se le ofrece, una vida enteramente nueva se abre ante el alcohólico.
Hubo una época en nuestras carreras alcohólicas en la que estábamos enteramente convencidos de que todo lo que teníamos que hacer para controlarnos era dejar de beber después de la segunda copa, de la quinta o de cualquier otra. Pero gradualmente llegamos a comprender que no era la quinta, ni la décima ni la vigésima la que nos vencía, sino la primera. la primera copa era la que nos iniciaba en el interminable círculo vicioso. Era la primera copa la que desataba en nosotros la primera reacción en cadena de pensamientos alcohólicos, que culminaba en nuestro descontrolado beber hasta llegar a la embriaguez.
Otra cosa que aprendimos durante nuestra experiencia de bebedores es que la sobriedad forzada no es una experiencia muy agradable. Algunos de nosotros logramos mantenernos abstemios, a veces por un periodo de días, semanas y aún años. Pero no disfrutábamos de nuestra sobriedad. Nos sentíamos como mártires. Nos poníamos irritables y se nos hacía difícil vivir y trabajar con otras personas. Persistimos en anticipar el momento en que podríamos volver a beber.
Ahora que estamos en A.A. tenemos un nuevo punto de vista de la sobriedad. Disfrutamos de un sentimiento de liberación, una conciencia de estar libres del deseo de beber. Puesto que no podemos esperar poder beber normalmente en ninguna época futura, nos concentramos en vivir nuestras vidas en forma plena y sin alcohol hoy. No hay absolutamente nada que podamos hacer respecto al ayer. Mañana no llega nunca. Hoy es el único día por el que tenemos que preocuparnos. Y sabemos por experiencia aún el peor de los borrachos puede pasar 24 horas sin beber. Cuando oímos por primera vez en A.A. nos pareció un milagro que alguien que fuera un bebedor incontrolado pudiera lograr y mantener la clase de sobriedad sobre la cual los antiguos miembros de A.A. siempre hablan. Algunos de nosotros nos inclinamos a pensar que nuestra modalidad de beber era algo especial, y que nuestras experiencias eran diferentes, y que A.A. podría dar resultados a otros, pero nunca a nosotros mismos. Otros de nuestros miembros que aún no habían tocado fondo y que ni siquiera habían sido seriamente afectados por la bebida, razonaban de que A.A. podría ser magnífico para los perdidos, pero que ellos podrían resolver el problema por si mismos.
Nuestra experiencia en A.A. nos ha enseñado dos cosas importantes:
--Primiera: Que los problemas básicos que afectan al alcohólico son los mismos ya sea para el enfermo que tenga dinero apenas para una cerveza, como para el alto empleado con un cargo ejecutivo en una importante compañía.
--Segunda: Podemos apreciar ahora que el Programa de A.A. da resultado a casi todos los alcohólicos que honradamente quieran aplicarlo, no importa cuales hayan sido sus antecedentes o modalidad particular de beber.
Comprendemos ahora que una vez que una persona ha cruzado la línea invisible que separa al bebedor excesivo del bebedor alcohólico compulsivo, siempre seguirá siendo un alcohólico. Por lo que sabemos, nunca habrá una vuelta al beber normal o social. Una vez que llega a ser alcohólico se sigue siendo siempre alcohólico, y es este un hecho con el que tenemos acostumbrarnos a vivir. Hemos aprendido también que hay muy pocas alternativas para el alcohólico. Si continua bebiendo, su problema se volverá progresivamente peor, llegará con seguridad a ser lo que se llama un perdido, irá a parar a hospitales, cárceles u otras instituciones, o bien hacia una temprana muerte. La única alternativa es el dejar de beber por completo. Abstenerse aún de la más pequeña cantidad de alcohol en cualquier forma que sea. Si está dispuesto a seguir este camino y aprovechar la ayuda que se le ofrece, una vida enteramente nueva se abre ante el alcohólico.
Hubo una época en nuestras carreras alcohólicas en la que estábamos enteramente convencidos de que todo lo que teníamos que hacer para controlarnos era dejar de beber después de la segunda copa, de la quinta o de cualquier otra. Pero gradualmente llegamos a comprender que no era la quinta, ni la décima ni la vigésima la que nos vencía, sino la primera. la primera copa era la que nos iniciaba en el interminable círculo vicioso. Era la primera copa la que desataba en nosotros la primera reacción en cadena de pensamientos alcohólicos, que culminaba en nuestro descontrolado beber hasta llegar a la embriaguez.
Otra cosa que aprendimos durante nuestra experiencia de bebedores es que la sobriedad forzada no es una experiencia muy agradable. Algunos de nosotros logramos mantenernos abstemios, a veces por un periodo de días, semanas y aún años. Pero no disfrutábamos de nuestra sobriedad. Nos sentíamos como mártires. Nos poníamos irritables y se nos hacía difícil vivir y trabajar con otras personas. Persistimos en anticipar el momento en que podríamos volver a beber.
Ahora que estamos en A.A. tenemos un nuevo punto de vista de la sobriedad. Disfrutamos de un sentimiento de liberación, una conciencia de estar libres del deseo de beber. Puesto que no podemos esperar poder beber normalmente en ninguna época futura, nos concentramos en vivir nuestras vidas en forma plena y sin alcohol hoy. No hay absolutamente nada que podamos hacer respecto al ayer. Mañana no llega nunca. Hoy es el único día por el que tenemos que preocuparnos. Y sabemos por experiencia aún el peor de los borrachos puede pasar 24 horas sin beber. Cuando oímos por primera vez en A.A. nos pareció un milagro que alguien que fuera un bebedor incontrolado pudiera lograr y mantener la clase de sobriedad sobre la cual los antiguos miembros de A.A. siempre hablan. Algunos de nosotros nos inclinamos a pensar que nuestra modalidad de beber era algo especial, y que nuestras experiencias eran diferentes, y que A.A. podría dar resultados a otros, pero nunca a nosotros mismos. Otros de nuestros miembros que aún no habían tocado fondo y que ni siquiera habían sido seriamente afectados por la bebida, razonaban de que A.A. podría ser magnífico para los perdidos, pero que ellos podrían resolver el problema por si mismos.
Nuestra experiencia en A.A. nos ha enseñado dos cosas importantes:
--Primiera: Que los problemas básicos que afectan al alcohólico son los mismos ya sea para el enfermo que tenga dinero apenas para una cerveza, como para el alto empleado con un cargo ejecutivo en una importante compañía.
--Segunda: Podemos apreciar ahora que el Programa de A.A. da resultado a casi todos los alcohólicos que honradamente quieran aplicarlo, no importa cuales hayan sido sus antecedentes o modalidad particular de beber.
domingo, 2 de noviembre de 2014
LO QUE HEMOS APRENDIDO SOBRE EL ALCOHOLISMO
Lo primero que hemos aprendido sobre el alcoholismo es que es uno de los problemas mas antiguos en la historia del hombre. Recientemente hemos conseguido beneficiarnos con nuevos enfoques sobre este problema. Los médicos, por ejemplo, saben hoy más sobre alcoholismos que sus predecesores hace solamente dos generaciones. Están empezando a definir el problema y a estudiarlo en sus detalles.
Si bien no hay una definición formal de A,A, sobre el alcoholismo, casi todos estamos de acuerdo en que, para nosotros, puede ser clasificado como una compulsión física aparejada a una obsesión mental. Es decir, sabemos que tenemos un deseo físico definido de beber alcohol por encima de nuestra capacidad para controlarlo, y pugna con todas las reglas del sentido común. No solo tenemos un deseo anormal por el alcohol sino que frecuentemente hemos sucumbido a este deseo en los momentos mas inoportunos. No sabemos cuando, o cómo, dejar de beber. Frecuentemente no parecíamos tener el suficiente sentido común para no saber cuando no empezar a beber.
Como alcohólicos hemos aprendido la dura lección de que la fuerza de voluntad solamente, aunque fuera para otras cosas, no ha bastado para mantenernos sobrios. Hemos tratado de no beber por periodos de tiempo determinados. Hemos hecho solemnes promesas, cambio de marcas y de bebidas. Hemos tratado de beber solamente a ciertas horas. Pero ninguno de nuestros planes dio resultados. Hemos concluido, tarde o temprano, por emborracharnos cuando no deseábamos hacerlo y cuando teníamos razones e incentivos para no beber. Hemos pasado por periodos de negra desesperación cuando estábamos seguros que había algo anormal en nosotros mentalmente. Hemos llegado a despreciarnos a nosotros mismos por no valorarse nuestra inteligencia y oportunidades y por el dolor y por las dificultades que ocasionamos a nuestros familiares y a otras personas. Frecuentemente nos dejamos dominar por la lástima hacia nosotros mismos, y asegurarnos que no había nada que pudiera ayudarnos jamás. Podemos sonreír a ante estos recuerdos, pero en ese tiempo eran terribles y trágicas experiencias.
Si bien no hay una definición formal de A,A, sobre el alcoholismo, casi todos estamos de acuerdo en que, para nosotros, puede ser clasificado como una compulsión física aparejada a una obsesión mental. Es decir, sabemos que tenemos un deseo físico definido de beber alcohol por encima de nuestra capacidad para controlarlo, y pugna con todas las reglas del sentido común. No solo tenemos un deseo anormal por el alcohol sino que frecuentemente hemos sucumbido a este deseo en los momentos mas inoportunos. No sabemos cuando, o cómo, dejar de beber. Frecuentemente no parecíamos tener el suficiente sentido común para no saber cuando no empezar a beber.
Como alcohólicos hemos aprendido la dura lección de que la fuerza de voluntad solamente, aunque fuera para otras cosas, no ha bastado para mantenernos sobrios. Hemos tratado de no beber por periodos de tiempo determinados. Hemos hecho solemnes promesas, cambio de marcas y de bebidas. Hemos tratado de beber solamente a ciertas horas. Pero ninguno de nuestros planes dio resultados. Hemos concluido, tarde o temprano, por emborracharnos cuando no deseábamos hacerlo y cuando teníamos razones e incentivos para no beber. Hemos pasado por periodos de negra desesperación cuando estábamos seguros que había algo anormal en nosotros mentalmente. Hemos llegado a despreciarnos a nosotros mismos por no valorarse nuestra inteligencia y oportunidades y por el dolor y por las dificultades que ocasionamos a nuestros familiares y a otras personas. Frecuentemente nos dejamos dominar por la lástima hacia nosotros mismos, y asegurarnos que no había nada que pudiera ayudarnos jamás. Podemos sonreír a ante estos recuerdos, pero en ese tiempo eran terribles y trágicas experiencias.
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